Miramos pero no solemos ver. Estamos sumidos en nuestros pensamientos. Incluso cuando conseguimos observar, nos centramos en el objeto que vemos. Lo que propongo este octubre es observar lo que tengas alrededor. Observar, observar, observar. Con el único objeto de estar consciente, de vivir aquí y ahora.
Primero observa tu propio cuerpo: toma conciencia de cada gesto, de cada movimiento. A medida que vayas siendo consciente de lo que haces ocurrirá algo sorprendente: tu cuerpo se relajará, notarás una armonía inesperada, una especie de paz.
Entonces, es momento de ir a por los pensamientos. Alerta. La mente. Obsérvalos. Suelen ser peligrosos, canallas. Escribe lo que estés pensando cuando estás en silencio. Te llevarás una sorpresa mayúscula cuando
lo leas, al rato: será como si hubiera un loco
dentro de ti y una corriente hacia ninguna parte, que nos arrastra, nos afecta. Observando puedes hacer algo con ese loco interior. Simplemente siendo consciente. Persistiendo. Observando, sin más. Te darás cuenta de que hay una pauta y que del aparente caos puedes pasar a… la paz.
Cuerpo, mente. Entonces le llega el turno a las emociones, los sentimientos, el estado de ánimo. Obsérvalos. Todo lo que puedas. Alerta. Y verás, a tu ritmo, que se conjuntan, que hacen equipo: cuerpo, mente y emociones. Te deseo un octubre observador.